martes, 5 de febrero de 2008

 

MUSEO DEL CINE. Episodio 7: La película abortada

Luego de un puñado de cortos, en 1953 el gran Stanley Kubrick ya estaba listo para rodar su primer largometraje, Fear and Desire, que en realidad dura poco más de una hora. El presupuesto fue ínfimo y en su mayoría aportado por Martin Perveler, un potentado farmacéutico de California y tío de Kubrick. También ayudó su propio padre, que transformó en efectivo la póliza de su seguro de vida para tal fin. El futuro genio del cine se encargó de montaje, filmación y dirección, mientras que media docena de actores principiantes seguían los diálogos de su esposa, Toba. El guionista era Howard Sackler, quien años después formaría parte del equipo de escritores de Tiburón. El sonidista Nathan Boxer durante los ’70 trabajó en varias películas de Francis F. Coppola, pero en Fear and Desire fue despedido por Kubrick, quien tomó el sonido también a su cargo.
¿El argumento? Como prólogo a las tantas incursiones de Kubrick en el género bélico, la historia narra cómo cuatro soldados en una guerra ficticia deben atravesar territorio enemigo, y el encuentro en el camino con una joven perdida. Hasta ahí todo bien. La película se estrenó en Estados Unidos, tuvo buenas críticas (incluso algunas apostaron fichas para “ese nuevo realizador” que se convertiría en un grande); obvio que al ser de bajo presupuesto no la vio casi nadie. Sin embargo, en lo que sería el comienzo de su manía detallista y perfeccionista (por no decir obsesiva compulsiva), Kubrick mandó a retirar del circuito todas las copias de Fear and Desire, por considerarla “chapucera” y como “un dibujo hecho por un niño”.
El tiempo pasó, Kubrick se hizo de un merecido renombre en el mundo del cine… todo eso ya lo sabemos, pero mientras tanto, el público quería ver aquella primer película del maestro, y que no se podía conseguir. Cuando ya se suponía a Fear and Desire una película perdida, el negativo de cámara original se encontró a finales de los ’80 en la bodega de un galpón en Puerto Rico (no pregunten cómo llegó ahí, nadie sabe). En 1993 fue adquirido por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, en Washington DC. Actualmente se encuentra en el Centro Nacional de Conservación Audiovisual, en Culpeper, Virginia. Sin embargo, abundan las copias piratas y además existe una sola copia legal en el museo de fotografía George Eastman House (también conocido como Kodak) en Rochester, Nueva York. Los herederos de Kubrick permiten ver el film, pero sólo en forma individual (no puede proyectarse a sala llena, por ejemplo), y obviamente no se pueden hacer copias ni la cinta debe salir del museo.
En realidad, el deseo de Kubrick era que nadie más viera la película, por eso evitó las posteriores re-ediciones de la cinta. Lo que no sabía era que Kodak, al realizar ediciones de cintas, tiene una política interna de hacer una copia extra para sus archivos. De allí vienen las copias piratas que se pueden conseguir en DVD o VHS.

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