lunes, 15 de mayo de 2006

 

UN MONTÓN DE AMOR (temazo de Led Zeppelin)


La película Realmente amor (Richard Curtis, 2003) se presenta en el formato de comedia romántica con varias historias contadas al mismo tiempo y un cierto grado de entrelazado. La buena noticia es que se trata de una muy linda (sí, usaré ese adjetivo) película; la calidad es algo difícil de encontrar en este género: la única de verdad buena que había surgido en la presente década es Alta fidelidad (Stephen Frears, 2000), el resto hasta la fecha fue todo metraje descartable; mientras que en los ’90 se hizo muy cuesta arriba alcanzar a Cuando Harry conoció a Sally (Rob Reiner, 1989).
Ya desde el principio, el guionista (de varias y recientes obras del género como El diario de Bridget Jones, Notting Hill o Cuatro bodas y un funeral... todas fallidas) y debutante director Richard Curtis sienta las bases sobre las que se moverá para contar su historia: quien más, quien menos, todos queremos y/o amamos a alguien. Y lo demuestra partiendo de un lugar al que volveremos al final de la película, como haciendo una rotation, sobrevolando distintas situaciones afectivas en la ciudad de Londres, durante las semanas previas a Navidad.
Una feliz pareja durante su casamiento, y un tercero en discordia herido por su pasividad; un veterano e irreverente músico en busca de la reivindicación pública y personal, que se encontrará con el amor casi por accidente; un flamante Primer Ministro divorciado y algo perdido en su nueva función sin estabilidad afectiva; un viudo que decide renunciar al amor salvo que se dé algún tipo de milagro (de esos que se dan en Navidad); un joven algo torpe que no logra triunfar con las mujeres y supone que el problema no es él sino el hábitat así que decide migrar a Estados Unidos, tierra del sol y del buen sexo; un escritor que descubre un buen par de cuernos en su cabeza y también cambia de aires, sólo que viaja para poner su vida en punto cero, y conocer las bellezas de la campiña francesa; una pareja que se desnuda antes de conocerse; una tímida empleada que tiene a su príncipe azul en el mismo lugar de trabajo… y nada más; una pareja adulta que se enfrenta a su otoño con más brazos caídos que otra cosa, el cual no es el mejor momento para iniciar aventuras extramatrimoniales (¿o sí?); y del lugar menos esperado, surgirá alguien que está dispuesto a enfrentarse a cualquier cosa para jugarse por amor: un nenito de 10 años que acaba de perder a su madre.
Como no podía ser de otra manera, el elenco es multiestelar: grandes artistas como Emma Thompson, Alan Rickman o Laura Linney, una cuota de matungos como Hugh Grant, Colin Firth o Liam Neeson, y un grupito joven y principiante pero cumplidor, como el caso de la ascendente Keira Knightley, a la que no le sobra nada como para que se haga tanto bochinche alrededor de su nombre (salvo belleza), pero que muestra eficacia en su trabajo.
Alguien podrá decir que la película peca de ingenua o naif, pero el tema es que, así como muchas veces nos suelen decir que tomemos conciencia de toda la mierda existente en el mundo, también debemos darnos cuenta de que hay cosas buenas, aunque no muchas, y que vale la pena pelear por ellas. Sino, ¿para qué carajo estamos acá?
Realmente amor se dedica al amor, es funcional a él. Por estos días ese es un tremendo laburo.

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