miércoles, 23 de agosto de 2006

 

LA FUERZA NOS ACOMPAÑA. Diagnóstico de Star Wars






STAR WARS
Episodio I: THE PHANTOM MENACE (George Lucas, 1999)
Episodio II: ATTACK OF THE CLONES (George Lucas, 2002)
Episodio III: REVENGE OF THE SITH (George Lucas, 2005)
Episodio IV: A NEW HOPE (George Lucas, 1977)
Episodio V: THE EMPIRE STRIKES BACK (Irvin Kershner, 1980)
Episodio VI: RETURN OF THE JEDI (Richard Marquand, 1983)
El episodio III fue el último; queda claro, no es la primera vez que a una historia se le cuenta el principio después del final, ni en la literatura ni el cine. Siempre se supo que después de El regreso del jedi volveríamos a tener noticias de la saga Star Wars porque la primer película de ella, era el episodio IV; algún espectador desprevenido (lejos, muy lejos de la legión de fanáticos) pudo llegar a pensar “carajo, me perdí las tres anteriores”, y a lo mejor daba para pensar eso. En aquel primer, aunque cuarto, episodio (¿el mejor?) la trama ya estaba armada en clave de relato 200% ficticio con la frase inicial “Hace mucho tiempo, en una galaxia muy muy lejana…”, que tiene una directa relación con lo que rezaban los comienzos de relatos infantiles ambientados en el pasado (“Érase una vez en un reino…”). En este caso, el tiempo se hace relativo: si vamos a contar una historia de ficción, ¿por qué tiene que ser en el pasado o contener elementos anteriores a nuestros días? Si de imaginación se trata, apliquémosla hasta en el sentido temporal. Como decía más arriba, la trama del relato ya estaba instalada y en movimiento apenas comenzado el episodio IV; desde su título, Una nueva esperanza, se da a entender que ya pasó algo que no vimos pero sabremos, a medias, al concluir esa primera película. En efecto, los principales elementos de la saga se hacen presentes: el ocasional héroe hecho potencial Salvador (Luke Skywalker), una principesca dama en aprietos a quien salvar (Leia Organa), un villano que luce más malo que el poder que representa (Darth Vader), un mago llamado a poner en cauce a las fuerzas del bien (Obi-Wan Kenobi), un par de bufones que pueden llegar a ser útiles (R2D2 y C3P0) y un elemento libre y marginal que muta de mercenario a héroe que acepta su destino (Han Solo), y por sobre todo, la causa a seguir, la lucha contra el reinante poder del mal (así de sencillo). Todos personajes y situaciones que nos recuerdan a cuentos que conocimos en nuestra infancia (el sastre de El príncipe valiente, la joven Bella durmiente, el Garfio de Peter Pan, la bruja buena de El mago de Oz, los enanitos de Blancanieves, por citar algunos).
Con el episodio IV George Lucas, junto a Spielberg y su Tibur.ón (1975), cambiaron toda una tendencia en el público de cine, sumando entretenimiento y calidad y revolucionando el mundo de los efectos especiales.
El imperio contraataca fue la segunda película pero el quinto episodio (el mejor) de la saga, que revela mucho más que el anterior y muestra la sección más argumentalmente compleja (y por lo tanto más interesante) de Star Wars; la historia redobla la apuesta sobre sí misma y con la ya legendaria frase “Luke, yo soy tu padre”, produce una nueva vuelta de tuerca que hace crecer exponencialmente el interés sobre los sucesos anteriores al episodio IV y le da a la saga una connotación de novela proveniente del romanticismo decimonónico.
Así las cosas, el episodio VI fue el que más expectativa generó y quizás esa haya sido la causa por la que provocó algún sentimiento de desilusión, más que nada relacionado con la calidad del film, que entre otras cosas supo mostrar en su trama resoluciones poco convincentes. Asimismo, también aportó nuevas revelaciones como la hermandad de Luke y Leia… y la cara de Darth Vader, sumada a su redención momentos antes de morir, quizás el objetivo principal que persigue toda la historia de Star Wars.
Esa imagen de Vader sin su máscara fue el leitmotiv para que, lógica de rotación mediante, dieciséis años después (una generación después) comenzara a contarse el principio de la historia, su historia, el episodio I, La amenaza fantasma. No hay casi nada reconocible en esa cuarta o primera entrega, salvo la introducción con brillante música de John Williams, y los componentes que van apareciendo en forma de guiño (porque todos, todos, habíamos visto los tres episodios anteriores), desde los sables láser de los jedis hasta un C3P0 a medio armar y un R2D2 que comenzaba su vocación de salvarle las papas a los protagonistas. En toda esta atmósfera ajena a nosotros, treinta años antes del episodio IV, hay dos seres que nos son especialmente familiares, el por entonces aprendiz de jedi Obi-Wan Kenobi y el ya maestro Yoda; además, un personaje que reconocimos por su caperuza pero que no vemos “en vivo” (sólo en imágenes holográficas… en forma de amenaza fantasma): el que luego sería el Emperador Darth Sidious, y que sin embargo se puede intuir fácilmente de quién se trata. Por último, un niño de 9 años llamado Anakin Skywalker que, se sabe, no es otro que Darth Vader en su más tierna infancia. El cuadro de situación en este caso es la galaxia gobernada en forma de república, como Roma antes de Julio César y Augusto, con muchos flancos débiles en su estructura debido más que nada a la corrupción y debilidad de senadores y dirigentes, el más perfecto caldo de cultivo que nos enseñó la Historia para que alguien dispuesto a acaparar todo el poder logre su cometido.
Lo más rescatable de El ataque de los clones es la conducción de los hechos por parte de la amenaza cada vez menos fantasma y con más poder, una acción que llevará a una reacción, un peligro perceptible que no es consecuencia de algo sino que es construido para causar. Los clones del título conforman el ejército que crea la república para enfrentar a un enemigo de inciertos origen y causal. En este episodio, el argumento, algo ya establecido y conocido en su “qué”, cobra una importancia que obvia a sus protagonistas y eso influye en el resultado, estéticamente menor; el “cómo” cumple (este capítulo es el que más elementos contiene en su armazón) pero no dignifica.
El final es La venganza de los sith, al que llegamos con varios personajes que reencontraremos la próxima vez que veamos el episodio IV, incluso el entrañable Chewbacca. En este capítulo se remarcará en el seguidor standard de la saga (ni crítico ni fanático) la sensación de que los hechos podrían suceder de una manera más convincente (otra vez fallas en el “cómo”). La república ya se encuentra en guerra contra una federación de comercio pero su verdadero enemigo está dentro de ella, aguardando a dar el golpe de gracia para alcanzar el poder imperial. El prometedor caballero jedi Anakin Skywalker, contrariando las reglas de la orden, como si fuera un sacerdote católico, espera en secreto un hijo (dos) de la senadora ex reina Padmé Amidala, un punto débil (sumado a su creciente ambición y al resentimiento por el asesinato de su madre en el anterior episodio) mediante el cual se ganará un boleto de ida al lado oscuro de la Fuerza. Según la milenaria profecía manejada por los jedis, el Elegido (lo que en algunas culturas se le llama Mesías), Anakin, sería llamado a eliminar el lado oscuro y lograr la estabilidad de la Fuerza. Como bien se sabe, sucederá todo lo contrario… al menos por el momento. Obi-Wan Kenobi se establece como el héroe principal de esta segunda trilogía al arruinar, por lo menos en parte, los planes del Emperador, mutilando a Darth Vader (en forma acertada pero enigmática, en el episodio IV Obi-Wan le dirá a Luke Skywalker que Vader mató a su padre).
Al final, absolutamente todo lo que era incógnita en el episodio IV, en el III se hace certeza, como para ver las seis películas de corrido un fin de semana que nos quedemos en casa, con una bolsita de suero al costado del sillón.

Comments:
muy bueno el blog te felicito!!!
Coincido totalmente... El Imperio Contrataca fue la mejor de todas.
Saludos
 
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