sábado, 19 de agosto de 2006

 

LA FUERZA NOS ACOMPAÑA. Conclusiones finales sobre Star Wars




Tranquilamente la saga de Star Wars pudo haber quedado en las tres primeras películas y aun así permanecería en la historia del cine con muy pocos reproches para hacerle; los episodios IV y V suelen encontrarse en numerosos listados entre las mejores películas de todos los tiempos. Ocurre que el suceso Star Wars trascendió las salas de cine derivando en un icono de la cultura pop reconocido en todo el mundo, incluso con un subconjunto de fanáticos que pasados los 40 años de edad coleccionan muñequitos articulados de los personajes… y hasta alguno tendrá un disfraz de Darth Vader en el placard. Por lo tanto, hubo que cumplir con cancelar ese incómodo IV en la primera película y realizar la triple génesis restante por la enorme demanda, como una serie de televisión que debido a su éxito en el rating se ve obligada a canjear calidad por cantidad y estrenar más temporadas cuando la funcionalidad de la historia ya está en su punto máximo.
Si el episodio I hubiera sido el primer film en estrenarse, sin dudas que el interés del público no hubiera llegado al tercero y a estas alturas George Lucas estaría pidiendo limosna en algún suburbio de Los Angeles. Sin embargo la presentación cronológica fue al revés y así es como en estos momentos Lucas está haciendo bolitas con la pelusa del ombligo en su mansión de Hollywood.
A pesar de esto, el episodio I no es una mala película y llega a estar a la altura de lo que se esperaba de ella. No se puede decir lo mismo de los capítulos II y III, con más pasos en falso que el VI y sus ositos vengadores.
La diferencia más sustancial de ambas trilogías, aparte de veinte años de evolución en efectos especiales, es el contexto en el que transcurre cada mitad de la historia. Veamos en el orden teóricamente correcto: en momentos que la galaxia era regida por una república en donde había igualdad entre planetas y razas, los protagonistas representan la imagen de conservadurismo que implica el marco legal de cargos políticos como el de la reina y senadora Padmé, y religiosos como los caballeros jedis. Por supuesto que aparecen los vicios de toda sociedad: la corrupción del senado, la esclavitud descarada en el planeta Tatooine, o una federación de comercio independiente que invade territorios, como si fuera un FMI con agallas. La derrota del bien y del orden establecido surge en forma totalmente lícita en forma de única solución a todos los problemas de la república, que no son otra cosa que sus propias deficiencias, por error u omisión, y que provocan la encerrona del futuro emperador. Los errores de los protagonistas de la república no son decisivos… hasta un momento, en el que ya es demasiado tarde para remediarlos.
Con el imperio en su punto álgido, Sidious y Vader al frente del sometimiento de la galaxia, el glamour y la plusvalía estética ya no están, sino que cada locación ofrece lo inhóspito de su naturaleza; la tristeza y la pesadumbre que el lado oscuro le imprime a la galaxia se siente por doquier como un enemigo a vencer por los protagonistas, que ya no forman parte del oficialismo gubernamental (que ahora es un imperio y como tal no permite oposición), sino una fuerza de resistencia guerrillera, que en muchos puntos recuerda a ¿Arde Paris? (René Clément, 1966), y que no se puede permitir errores porque significan la muerte, de personas e ideales. Ya los jedis están extinguidos y los rebeldes sólo cuentan con sus propios talentos e instintos para vencer al lado oscuro de la Fuerza, tarea ciclópea hasta que, por una sucesión de circunstancias o por causa-efecto (por el mismo motivo que los jedis habían conocido a Anakin), hay una nueva esperanza. La tan mentada profecía finalmente se cumplirá cuando Darth Vader, el Elegido, se encargue de eliminar a Sidious y establecer el equilibrio de la Fuerza, como si se tratara de un Jesucristo díscolo pero finalmente cumplidor de su misión.
Ese panorama más extremadamente peligroso para los héroes es el factor determinante para convertirlos en apasionados guerreros que expresan más emoción y sentimientos que ideas y conceptos. Por esto es que la primera trilogía se nos quedará en la memoria por siempre, mientras que recurriremos a la segunda sólo como breve introducción.
El legado que entrega George Lucas con Star Wars es una historia fantástica vinculada a la realidad en las acciones de sus protagonistas. Historias como estas aparecen hasta en la Biblia, y les son de gran utilidad a las culturas y generaciones para comprender mejor la realidad, o aunque más no sea para pasar un buen rato. Gracias tocayo (a pesar de todo).

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