sábado, 15 de julio de 2006

 

FRAGMENTOS DE KATIE (cuidánosla, Tom)


Fragmentos de Abril es como se dio a conocer la película a la que me referiré (Pieces of April), dirigida por el debutante Peter Hedges (guionista de ¿A quién ama Gilbert Grape? y Un gran chico). Película chiquita en duración (hora y cuarto) pero grande en corazón, pretensiones y resultado.
El argumento de base es bastante simple: la típica cena de Acción de Gracias (algo así como una prenavidad), pero no en la casa familiar sino en el departamento suburbano de la hija pródiga, de quien el resto de sus congéneres tiene su propia opinión negativa formada ya hace tiempo. No es una cena más ya que podría ser la última para la madre, quien está siendo devorada (literalmente) por el cáncer, a la vez que es ella misma la que funciona en la película como una represa hidroeléctrica generadora de humor negro, papel a cargo de la súper eficiente (y nunca tenida en cuenta a la hora de entregar premios) Patricia Clarkson (Los intocables, Milagros inesperados, Dogville, Buenas noches y buena suerte). Y la misma madre es la que aparece como principal crítica de su hija April, bordeando el desprecio. El cuadro familiar se completa con el padre gordito y bonachón en clave conciliadora y componedora; hermano y hermana menores de April, conscientes de la cercana desaparición física de su madre y colaborando bastante para alivianar el trámite (a la vez que se preguntan si su hermana mayor los podrá equiparar en ese menester), y la abuela en el rinconcito, llegada ya al grado de senilidad en el que alguien debe informarle lo que pasó dos minutos antes.
Por el otro lado está la bombardeada April, deseosa de hacer buena letra pero con un dejo de sospecha realista de que al final no logrará satisfacer a su familia; es la encargada de cocinar el pavo… por primera vez, y sola, ya que su novio concubino también quiere dar una buena impresión y mejorar su apariencia (alguna reminiscencia a ¿Sabes quién viene a cenar? debido a la insignificante diferencia étnica), aunque acechado por la ley de Murphy. En algo tan simple como preparar una cena es donde surgirá el sentimiento de unión del que April saldrá enriquecida, y el pavo también. April está en la piel de Katie Holmes, quien se muestra lúcida y sorprendentemente sólida; ya no queda nada de aquella adolescente del culebrón Dawson’s Creek para quien su sentido de actuación era sólo torcer la boca (por aquella época ya había mostrado un trabajo convincente en Perturbados). En una de esas el milagro se logra y puede enseñarle algo de la profesión a su marido Cruise.
Madre e hija, una moviéndose sobre ruedas, otra sobre escaleras, avanzan hacia el postergado (y quizás último) encuentro, por más que no tengan el tema muy en claro. Sus únicas certezas son que nadie te enseña a ser madre, ni nadie te enseña a ser hija.

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