jueves, 6 de abril de 2006

 

SPIELBERG RINDE SOCIOLOGÍA


En su película La terminal (2004), Spielberg muestra otra vez su nueva faceta de comedia dramática, como en Atrápame si puedes (2002), si bien el humor siempre fue un compañero de ruta en sus realizaciones, desde el “necesitará un barco más grande” de Tiburón, pasando por las discusiones entre Indiana Jones y su padre, e incluso hasta en La lista de Schindler. Pero en este último caso se plantea una historia curiosamente basada en un hecho real: un viajero (Tom Hanks, tercera vez bajo el mando de SS y con una actuación impecable como todas las que hizo desde Un equipo especial) llega al aeropuerto de New York procedente de un ignoto país de Europa del Este (y ficticio en la película), que mientras el protagonista cruzaba el Atlántico, entraba en una guerra civil; debido a este hecho, el pasaporte de Victor Navorsky queda anulado y no puede ingresar a suelo estadounidense, como tampoco puede volver a su país, porque no se conoce a ciencia cierta el destino del mismo. Y así es como debe quedarse a vivir… en el aeropuerto por varios meses, convirtiéndose en un cobayo sociológico. Salvo los empleados que conviven con él, en un “no lugar” como un aeropuerto en donde todos están de paso, nadie nota su presencia, a excepción de una azafata (C. Zeta-Jones) con quien tiene un encuentro accidental (y luego algo más) y que lo confunde con uno de esos “viajeros frecuentes”.
Como dijimos, Spielberg toma una historia verídica para su opus 22 logrando, licencia artística mediante, un interesante cuadro sobre la supervivencia de un hombre en una “cárcel amistosa”, con un objetivo de fondo peligrosamente cercano a un sentimentalismo de dos con cincuenta (uno de los pocos pero habituales pecados de SS), pero al que finalmente no llega, equilibrando el tema incluso mejor que en Atrápame si puedes.
Y si hablamos de cárcel, debe haber un carcelero; para este personaje SS recurrió nuevamente a un enfoque antagónico pero no maniqueísta… que puede llegar a ser justificable (como los policías de Sugarland Express que hacían su trabajo, o los dinosaurios de Jurassic Park que actuaban según su naturaleza, o los soldados alemanes de Ryan, que batallaban como cualquier soldado): el recién ascendido jefe de seguridad de la aerostación, que tiene un deseo de poder tan grande como un dirigente peronista, odia que ese turista de ningún país se quede en “su” aeropuerto, y como matar es ilegal, preferiría que salga de una vez de allí y se lo lleven a una cárcel de verdad, así es que comienza a complicarle la vida (como si no estuviera ya complicada), pero Victor es un tipo que tiene a la paciencia y el entendimiento como patrones de conducta, y ésas son las armas que usará, tanto en la batalla de la diferencia idiomática como en el día a día para hacerse de amigos y aliados, como el empleado chicano del catering aéreo, que primero le hace un edulcorado chantaje y luego lo provee de alimento en forma constante, pasando también por… conseguir trabajo, y además conquistarse una chica.
De alguna manera, La terminal me hizo recordar a una que vimos todos, Condena brutal (John Flynn, 1989), con Sylvester Stallone, sólo que mucho mejor y sin golpes ni muertes. Claro, la violencia no conduce a nada.

Comments:
no jodamos. Tom Hanks no es un buen actor!
 
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